La dieta juega un papel
importante en la prevención de las enfermedades neurodegenerativas, entre las
cuáles se encuentra el alzhéimer.
Entre los nutrientes que
más ayudan a prevenir el deterioro cognitivo, encontramos las hortalizas (verduras
de la familia de la col, espinacas, remolacha, zanahoria, cebolla, espárragos
verdes, etc.), las frutas frescas (arándanos, kiwi, manzana, pera,
cítricos, etc.), las grasas buenas (pescado
azul, nueces, semillas de lino, aceite de oliva, aguacate, etc.) y la COLINA,
un compuesto que abunda en la soja, la yema del huevo y las nueces.
Tan importante es lo que
comemos como lo que dejamos de comer.
Los estudios sugieren que
una dieta baja en grasas saturadas (carne grasa, lácteos enteros, embutidos,
precocinados, bollería, etc.) desde la infancia mejora el rendimiento mental y
reduce el riesgo de alzhéimer.
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